35 años. Nada más y nada menos cumple en este 2022 la Escola de Teatro Vagalume de Vigo, un lugar con historia y trayectoria, sobretodo si miramos a la carrera profesional de su fundadora y directora Maribel González Muñoz. El teatro lleva siendo parte de su vida desde que puede recordarlo, y nos ha permitido adentrarnos un poco más en su recorrido y carrera.  

Muchas personas que se dedican a campos artísticos tienen recuerdos que marcaron su futura profesión en la infancia, ¿tienes algún recuerdo que te marcase como profesional del teatro?  

Tengo sobretodo los recuerdos infantiles de que me encantaba bailar, interpretar y jugar con mis amigas a hacer dramatizaciones. Tocaba el piano desde pequeña (desde los seis años) y recuerdo el jugar haciendo cuentos desde pequeñita.

No hay un recuerdo específico que me marcase para dedicarme al teatro, pero si ir desde pequeña con mi padre a escuchar ópera hizo que me interesase todo ese mundo. Pero fue cuando llegué a Santiago y me puse a hacer teatro, y después, cuando entré en un grupo universitario de teatro en Madrid que me encaucé. Al final fue todo mi imaginario infantil el que me llevó al teatro.

¿Cómo comenzaste en el mundo del teatro?

Realmente ya es toda una vida dedicada al teatro y me alegro mucho de haber llegado hasta aquí, pero en realidad fue en Madrid, donde además de estudiar en la universidad psicopedagogía comencé en el Centro de Investigaciones Teatrales (CIT).

¿Qué significa el teatro en tu vida? 

Para mi se puede decir que el teatro es un sueño de vida. Es decir, una manera, en su momento (hablamos en el franquismo), de salir de una forma de vida burguesa. Una manera de entrar en contacto con otras culturas, con otras personas y abrirme a un mundo expresivo nuevo.

Nos gustaría saber un poco más sobre el C.I.T (Centro de Investigaciones Teatrales) , ¿por qué empezasteis este proyecto y qué tipo de investigaciones llevabais a cabo allí?

El C.I.T contaba con grandes profesionales que venían de la escuela Layton y de la Escuela de Danza Arnold Taraborelli, allí intentábamos no hacer un teatro solo basado en la palabra si no un teatro que fuese total, uniendo el canto, la danza y la interpretación. Allí estuvimos trabajando e investigando durante años.

¿Qué te llevó a dedicarte a la docencia? ¿Es algo que siempre quisiste o vino con la profesión? 

La pedagogía llegó con la profesión, desde mis primeros montajes (que hacíamos en el País Vasco), a con 32 años dirigir la Escuela Municipal de Teatro de Albacete. Fui compaginando lo que era la creación artística, la dirección de espectáculos desde bien joven con lo que era la enseñanza. Hasta que a los 44 años entré en la RESAD de Madrid y ahí compaginé completamente la pedagogía con la dirección de actores y teatral.

Tomando perspectiva, ¿cómo marcó la participación en la Expo 92 de Sevilla tu carrera?  

La expo 92 fue una gran experiencia, yo había hecho muchos trabajos (sobre todo en Galicia) de teatro de calle, ir a representar a los barrios, a las romerías, a los pueblos… Era algo que nos gustaba porque pensábamos que solo un sector de gente iba al teatro. Entonces en los años 70/80 nos acercábamos a la gente con nuestra compañía teatral. La expo supuso trabajar con Joan Font, y Els comediants que tienen una gran perspectiva en el teatro de calle. La cabalgata donde yo estaba de ayudante, fue una experiencia impresionante porque éramos muchísimos actores (más de 70), suponía hacer todo el trabajo de ayudantía de dirección, preparación de actores, etc. Fue una experiencia muy interesante y muy importante en mi carrera.

¿Cuál dirías que fue tu mayor reto profesional? ¿Qué supuso para ti? 

El mayor reto fue entrar en la Real Escuela Superior de Arte Dramático de Madrid porque se supone que es el punto álgido de la profesión. Ahí tenía que compaginar el estar al día con todo lo que eran las producciones artísticas con dar un nivel en el mundo teatral. Fue mucho trabajo, hice la tesis doctoral inclusive, pero para mi supuso un reto en el sentido que yo quería seguir con mi propuesta de teatro pobre, de teatro laboratorio de Grotowski que desde hacía años quería llevar y formarme.

De todas tus experiencias hasta el momento en el teatro, ¿cuál te gustaría volver a vivir? ¿Por qué?

No querría dejar de vivir todo el trabajo de antropología teatral con los diferentes grupos europeos. Me dan vitalidad y me alimentan para seguir haciendo teatro. Creo que los docentes teatrales estamos en continua formación. El arte es algo muy volátil y hay que alimentarlo continuamente.

Si pudieses escoger cualquier pieza teatral para actuar o dirigir, ¿cuál te gustaría hacer? ¿Por qué? 

Disfruto mucho a partir de obras gallegas de diferentes autores como Castelao. Nosotros hacemos nuestros propios guiones en escena, con un trabajo colectivo. Disfruté mucho en su momento de “Las brujas de Salem” de  Arthur Miller. Es un montaje largo y con personajes muy realistas, con un desarrollo muy importante. En realidad está haciendo una crítica al Macartismo y a toda la persecución de comunistas en Estados Unidos.

Por último, ¿qué les dirías a las personas que quiere empezar en el mundo del teatro?

A todo el mundo que quiere hacer teatro aconsejaría que se forme lo más posible, que no entienda que nacemos actores, si no que como todos los artistas hay un gusto, pero que la formación es fundamental.

 

Un  año más Maribel vuelve a abrir las puertas de su escuela para seguir enseñando teatro, podéis encontrar las  matrículas  para el segundo trimestre abiertas. Sin duda su pasión y sus conocimientos os marcarán, y podréis explorar el teatro como una forma más de expresión artística gracias a las enseñanzas de Maribel en la Escola de teatro Vagalume.

Mariana Aravena

Mariana Aravena

Nací en el 97, en el limbo de millennials y centennials, mi superporder por ello es tener un humor que, por momentos, solo yo entiendo. Como todos los niños, pasaba el día con un lápiz y papel en la mano, La única diferencia es que nunca lo solté, y con el hago muchas cosas como dibujar, diseñar o escribir. Trabajo en el mundo del diseño y la ilustración, la gran consecuencia es que siempre juzgo los libros por sus portadas.

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