Reforma del restaurante Pradoviejo en Moaña    

Rodrigo Currás Torres, arquitecto

José Manuel Novas Coya, interiorista

Nando Iglesias, fotografía

Hay autores que ponen total empeño en todo encargo en el que trabajan, de manera que no realizan distinción entre trabajos de mayor o menor importancia, o de mayor o menor trascendencia. Para este tipo de diseñadores lo importante es el proceso de trabajo, de reflexión; lo realmente importante es el proyecto, el diseño, no el resultado final.

Rodrigo Currás es uno de éstos, de los que se pueden plantear cientos de veces las mismas preguntan y siempre estar buscando diferentes respuestas, soluciones, reflexiones y resultados.

En su trabajo encontramos una línea de investigación asombrosa en cuanto a la forma, el programa, el lenguaje y la materialidad formal, realizando en todas sus obras una mayor o menor reflexión acerca de tales cuestiones.

Por no ser menos, a la hora de enfrentarse a la remodelación de un local de hostelería ya existente, la reflexión inicial de dotar al local de una imagen identitaria, totalmente nueva, que confiera al espacio un carácter único y renovado, se convierte en una auténtica necesidad.

Mediante el trabajo en la envolvente del conjunto; paredes, suelos, techos y huecos, a fin de garantizar unos estándares de confort adecuados a las normativas, surge la necesidad de dotar a tales elementos de un cierto protagonismo formal que ayude a resolver las necesidades de expresarse del propio negocio.

En este caso el trabajo con los techos se convierte en una línea de investigación, confiriendo al conjunto una imagen tan trascendente que se convierte en carta de presentación del propio local, dotándolo de una identidad propia.

Las paredes y demás paramentos de madera, como el mobiliario, cierran el conjunto para ofrecer una unidad formal al conjunto de la obra completa.

Exteriormente no se pretende dar un excesivo protagonismo ni al local dentro de la vía pública, ni a la intervención en él realizada, de tal manera que se resuelve la fachada exterior de una manera sobria y elegante que anuncia una intervención en el conjunto, sin por ello causar mayor trascendencia en el tejido urbano circundante. Para ser protagonista, no es obligatorio llamar la atención.

Tal y como nos lo cuenta el propio Rodrigo:

“Se ha pretendido reformar el local existente para su uso como restaurante con el objetivo de renovar la imagen de las zonas abiertas al público del local, adaptándose a la normativa vigente de aplicación alterando al mínimo el estado inicial del resto del local y sin menoscabar en ningún caso las condiciones iniciales de: aislamiento térmico, aislamiento acústico, seguridad de utilización y accesibilidad, seguridad en caso de incendio y seguridad estructural.

Para dotar al conjunto de una imagen fuerte se ha recurrido a materiales sobrios pero de textura con carácter (y, de paso, fonoabsorbente). 

En la arquitectura interior del conjunto predomina desde el punto vista de la composición estética; el techo de deflectores proyectado, que contribuye aparentemente a dispersar la luz natural. Con esto se obtiene un aspecto más amable y atractivo del local, explorando este recurso sacando el máximo partido de una nueva ventana alta ligeramente velada, que al bañar el techo de luz logra la apariencia de un gran lucernario horizontal con lamas (a pesar de existir techos ciegos encima que sirven de piso a otras plantas); y los elementos organizadores de espacio con apariencia de planos rectangulares o muebles, para obtener un ambiente más ordenado y aparentemente con menos obstáculos; consiguiendo un espacio más fluido gracias al aspecto de muros y techos que se deslizan unos sobre otros.

Las obras se resumen en la reforma de dos zonas:

En la zona cercana a la calle, donde se interviene en la reforma de entrada y de los baños para lograr un local con accesibilidad universal e inclusivo; la creación de un tramo de muro traslúcido en la fachada medianil, por el que a ciertas horas la luz entra coloreada reflejada en una ludoteca vecina; la reforma de techos y suelos para mejora del aislamiento acústico; el pintado de paramentos y techos; adecuación de instalaciones y equipamiento mediante mobiliario.

En la zona trasera en contacto con el resto de la finca; sustitución de ventanas para mejora del aislamiento acústico y térmico; incorporación de salida accesible a nueva terraza; organización de la terraza mediante muros y pérgolas para crear ambientes exteriores recogidos (de viento o sol excesivo) y agradables”.

Con un cuidado lenguaje, atendiendo principalmente a las necesidades espaciales del espacio a reformar, Rodrigo Currás nos ha vuelto a sorprender mediante una solución más que acertada. Ansiosos de conocer nuevos proyectos, esperamos contar pronto con otros de sus trabajos que, seguramente, nos agradarán tanto o más que éste al que hoy nos hemos acercado.

Lucas Gándara

Lucas Gándara

Arquitecto desde el año 2006, colabora en diferentes estudios gallegos durante unos años hasta que, en el año 2010, funda junto a Juan Pons, el estudio de arquitectura Gándara Pons. Centrados principalmente en el desarrollo de concursos públicos, han resultado ganadores de numerosos certámenes a nivel nacional y autonómico, desarrollando diferentes obras en el ámbito del urbanismo, la docencia, los equipamientos y demás cuestiones aparejadas a la disciplina. Su obra ha sido publicada en revistas y publicaciones varias, además de haber sido difundida en numerosos artículos de prensa, del mismo modo que han participado en varias exposiciones de arquitectura, tanto individuales como colectivas. Como estudio han realizado diferentes charlas y conferencias. Lucas es colaborador de Dot Galicia desde hace unos años, encargándose principalmente de dar la lata con tediosos y espesos artículos de arquitectura, de los cuales lo más interesante siempre son las fotografías.

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