2021 se estrenó con la equiparación de los permisos de baja por maternidad y paternidad. Conquista de una reivindicación ya antigua que, además de pretender alcanzar la igualdad entre los progenitores, pretende eliminar los costes de entrada al mundo laboral de las mujeres en aquella franja de edad en la que la sociedad impone la obligación de engendrar.

Un logro que parece haber levantado ampollas en algunas madres que, temerosas de perder su estatus, desprestigian la equiparación de las bajas, es decir, de la corresponsabilidad, sosteniendo que lo realmente importante es aumentar la duración del permiso de maternidad.

Excluyendo así a los padres de ese privilegio. Un privilegio de clase que solo disfrutan aquellas que deciden dejar de ser mujeres para ser solo madres.

Interesante sin duda.

Comparándonos con el resto de países de nuestro entorno, el permiso de maternidad es insuficiente. Por tanto, más insuficiente resultaba el permiso de paternidad antes de su equiparación.

La baja por tener descendencia sirve para recuperarse de la gestación y del parto, pero también, dicen los legisladores y jueces, para adaptarse a la nueva vida que supone el cuidado de la prole.

La recuperación de la salud es un derecho en exclusiva de las madres, obviamente. Pero atribuirse la crianza en exclusiva de la descendencia ni es épico, ni es valiente, ni mucho menos empodera a las mujeres.

Al contrario, no es más que otra trampa del patriarcado, que justifica el mantenimiento de la crianza de la estirpe en manos de las mujeres al decir que los bebés necesitan estar con sus madres.

Más sutil, pero igual de tramposo, es decir que las nuevas masculinidades deben ser cuidadosas con la corresponsabilidad para no pecar de mansplaining a la hora de cuidar del retoño.

Desterremos ya la idea de que la placenta dota de sabiduría a las madres primerizas. Las habrá que están tanto o más perdidas que el nuevo padre. Ambos deben aprender a cuidar de su vástago.

Está bien alzar la voz para defender el orgullo de ser madre, pero el griterío impide escuchar el mensaje. Igual que los árboles ocultan el bosque, cuestionar constantemente a los hombres que quieres participar por igual en el cuidado de la prole, oculta la senda del feminismo a indecisos y timoratos.

De poco sirve contar con herramientas legales que busquen la corresponsabilidad si socialmente se continúa cuestionando la participación de los hombres en los cuidados.

Confundir la valentía de ser una mujer independiente con la exclusividad de la crianza solo sirve para perpetuar el viejo orden familiar. Invita al timorato a acomodarse, esperando llegar a casa y encontrarse a la estirpe ya dormida y, de paso, la cena en la mesa. Al fin y al cabo, él viene de trabajar y tu estas en casa disfrutando de tu prolongada baja de maternidad.

Óscar Gutiérrez Costas

Óscar Gutiérrez Costas

Nacido en la costa y atrapado por el mar. El salitre de Vigo ha marcado su visión del mundo. Solo lee entre líneas y piensa y repiensa los asuntos en sus visitas al Pizza Club. Nunca rechaza un duelo dialéctico, siempre que sea en buena compañía

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