Llevo colaborando con esta publicación bastante tiempo. Casi tanto que no sé exactamente cuánto, pero mucho. Normalmente me encargo de buscar obras y proyectos que llamen mi atención y, con la información que consiga recabar; fotografías realizadas por fotógrafos especializados en el tema, memorias técnicas y explicativas, planos y gráficos, hago una pequeña presentación; hoy no será así.

Ya llevamos más de una semana encerrados en el motor del autobús y, debido a la incertidumbre ante el final de este proceso que ha obligado a una reclusión forzada de la mayor parte de la población, hoy toca otra vez trabajar desde casa.

No es que me haya vuelto vago pero, ante la necesidad de conciliación familiar imposible sin ayuda externa, hoy, móvil en mano, he decidido contar cómo discurre nuestra vida de encierro realizando una fotografía cada hora del día de mi propio hogar.

No seré galardonado con el kodak de fotografía, pero, por lo menos, espero transmitir el ambiente que se respira desde los ojos de mi teléfono. Nada de fotografía arquitectónica, un poco de vida creo que cuenta la realidad de otra manera. Poco interesante, lo sé, pero lo siento, las circunstancias obligan y es lo que hay. Tiempos distintos, soluciones diferentes. Prometo que no volverá a repetirse.

09.00 horas, aproximadamente

Empieza otro día y el peque se ha despertado temprano, como de costumbre. Apenas mamá ha atendido a sus funciones básicas se dirige, hacia el dormitorio de los mayores. Allí siempre ocurren cosas más divertidas y, desde su cuarto, es un paso ya que estamos todos comunicados.

Seguramente en otro momento vital acabemos teniendo un despacho al lado del dormitorio, o una salita de estar pero, por ahora, creo que los peques saben que ellos son los dueños de su espacio. Habrá que esperar tal vez a que compartan cuarto si se llevan bien entre ellos, o que se vayan a estudiar fuera de la ciudad. Espero que algún día se cumpla, quién sabe.

10.00 horas

La clase ha comenzado. Como todos los días desde que ha comenzado esta situación, papá se encarga de dar la lección al mayor de la casa. Utilizaremos el salón como aula improvisada, por aquello de cambiar de aires y no pasarnos el día en el dormitorio.

Hoy tenemos un día espeso, como empieza a ser costumbre. Todo parece indicar que ya que hace un buen día, es mejor idea realizar pronto las tareas y luego jugar un rato.

11.00 horas

En un pequeño descanso nos acercamos a ver a mamá y al bebé. Ellos han improvisado en el dormitorio un espacio de juego al lado del escritorio. No sé yo si mamá trabajará algo hoy en este ambiente pero, de todas formas, un ratito creo que le será suficiente para poder resolver las gestiones más urgentes.

Mientras ella revisa el correo electrónico, hay un listillo que lleva más de veinte vueltas alrededor de la cama y el vestidor. Menos mal que mamá ha cerrado todas las puertas y, de tal manera no corre peligro.

12.00 horas

Cuando ya hemos acabado las lecciones del día, con perdón de los maestros del crío y felicidad del padre, toca un descansito de media mañana. Hoy parece que hace buen día y podremos salir a la terraza.

Después de tantos días dentro de casa, recordamos cuando nos aconsejaban cerrar la terraza. No sé yo qué haríamos ahora con unos metros más de espacio interior y nada de exterior. Supongo que todos esos balcones cerrados que veo por la ciudad deben estar pensando lo mismo que yo.

13.00 horas

Mamá dice que los niños necesitan un poco de juego antes de ir a preparar la comida. No hay discusión, todos de acuerdo. Los niños quedan jugando en sus cuartos pero, como casi siempre, el peque prefiere el cuarto de su hermano ya que es el paraíso de los juguetes que papá y mamá no le dejan utilizar. Por favor, espero no tener que recoger todo luego.

14.00 horas

Ya comenzamos a dejar atrás la mañana para acercarnos a la hora de comer. No estamos acostumbrados a estar todos en casa a la vez por semana pero, si no es por los niños, en esta situación seguramente acabaríamos comiendo cualquier cosa rápida.

Por lo menos con ellos cocinar se convierte en una distracción para todos y, por un momento, están tranquilos y controlados mientras estamos preparando la comida.

15.00 horas

Tener mascota se ha convertido en un privilegio en estos días de encierro. Recuerdo pequeñas discusiones domésticas acerca de los turnos del paseo del perro. Ahora es el animal el que se ha convertido en la estrella del hogar y, como ayer, anteayer y el día anterior, después de comer saldremos a dar una vuelta a la manzana. Trataremos de no tocar nada, lavarnos las manos y pulsar los botones del ascensor con las llaves. Buen lío.

16.00 horas

Son las primeras horas de la tarde las que se están convirtiendo en el tiempo más tedioso. Ponemos televisión, dibujos tal vez, o un documental de esos de animales y, mientras el bebé duerme una siestecita, aprovecho para tomar café fuera.

Bendigo a la fortuna por el sol, será horrible cuando comience a llover de nuevo, así que hay que aprovechar mientras dure. Cruzaré los dedos de ambas manos a la pata coja y un ojo cerrado, a ver si todavía funciona. Antaño lo hacía.

17.00 horas

Uno de los nuestros ha aprovechado este tiempo para comenzar a caminar. Todo es nuevo desde la verticalidad. Con serenidad y decisión ha aparecido en el salón para acabar con el tiempo de relax.

Los globos del cumpleaños de las primas que celebramos hace unas semanas están sirviendo de medicina para los niños. La tarde ha comenzado y casi no la distingo de la mañana.

18.00 horas

Después de un rato de discos, canciones y juegos varios es hora de comer algo. Había perdido la costumbre de merendar, pero los tiempos con niños permiten desarrollar los plazos de otra manera, así que hemos restaurado la merienda como tiempo de familia para que no se haga largo el día. Esta situación con niños es cansada, pero muy distinta, por lo menos no hay mucho espacio para el aburrimiento.

19.00 horas

Hemos decidido repartirnos a los niños un rato cada día durante las tardes. Papá y el peque se van a la zona de dormitorios a jugar mientras en la zona de día, mamá y el pequeño artista, realizan manualidades varias. No sabemos cuánto durará el confinamiento, pero creo que a mamá se le acabarán tanto las ideas como la paciencia algún día. Por ahora aprovechemos.

20.00 horas

Hoy no he salido a aplaudir, y creo que ayer tampoco. Sé que al resto de la familia ese ligero contacto social con el vecindario antes de cenar, le sirve de ayuda.

Antes de la ducha algunos hacen yoga con un tutorial a distancia, mientras yo preparo la cena. Luego ducha, ropa a lavar y listos para la cocina.

21.00 horas

El día ha sido largo. No sé si será por el aburrimiento, por estar en casa, por falta de cansancio o, simplemente, por falta de aire libre.

Los niños se lavan los dientes, cuento y a dormir. Luego creo que nos quedaremos viendo la televisión a ver qué dicen hoy las noticias. Ya no recuerdo si hoy es martes o miércoles, creo que no importa, mañana seguramente será parecido. It`s the end of the world as we know it (and I feel fine).

Lucas Gándara

Lucas Gándara

Arquitecto desde el año 2006, colabora en diferentes estudios gallegos durante unos años hasta que, en el año 2010, funda junto a Juan Pons, el estudio de arquitectura Gándara Pons. Centrados principalmente en el desarrollo de concursos públicos, han resultado ganadores de numerosos certámenes a nivel nacional y autonómico, desarrollando diferentes obras en el ámbito del urbanismo, la docencia, los equipamientos y demás cuestiones aparejadas a la disciplina. Su obra ha sido publicada en revistas y publicaciones varias, además de haber sido difundida en numerosos artículos de prensa, del mismo modo que han participado en varias exposiciones de arquitectura, tanto individuales como colectivas. Como estudio han realizado diferentes charlas y conferencias. Lucas es colaborador de Dot Galicia desde hace unos años, encargándose principalmente de dar la lata con tediosos y espesos artículos de arquitectura, de los cuales lo más interesante siempre son las fotografías.

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