Construir el paisaje no solamente consiste en el tratamiento del espacio público, sino que, por el contrario, es el conjunto de lo edificado, de lo privado, lo que otorga la imagen en el ámbito rural al territorio. Nuestro entorno inmediato ha sido tan transformado que estamos acostumbrados a encontrarnos casi de todo en nuestros núcleos rurales, de modo que construir una pieza nueva en un entorno de este tipo consiste en todo un reto.
A la hora de enfrentarse al reto de realizar una vivienda unifamiliar siempre nos encontramos con la dicotomía entre un posicionamiento integrado en el terreno y el paisaje, o la búsqueda del protagonismo del conjunto.
En este caso queremos fijar la atención en este tipo de construcciones sensibles con el entorno, donde no se pretende realzarse sobre el mismo, si no que se propone ubicar una pieza más en un puzzle que comienza a estar más que lleno y que apenas permite encajar nuevas piezas.
De tal forma, la sensiblidad del proyectista para realizar una lectura comprensiva del territorio hará que la edificación se integre en el territorio y el entorno o, por el contrario, se convierta en la pieza que no encaja.
En Liqe tratan de realizar proyectos sensibles con el entorno, de tal manera que la vivienda que hoy tratamos se asienta sobre la naturaleza con una tranquilidad suave y sencilla; una volumetría adaptada a la propia pendiente, permite la generación de una cubierta inclinada que se convierte en uno de los protagonistas externos del conjunto, de modo que la lectura del volumen nos permite configurar mentalmente el funcionamiento interno de la vivienda a la vez que resuelve la integración volumétrica.
La integración material se realiza mediante la utilización de madera en fachada y cubierta metálica, dotando de una imagen actual a la vivienda, a la vez que la integra en el lugar y entre las edificaciones del entorno. No se trata de ser protagonista de la escena, sino por el contrario, la intención en generar paisaje, entorno, territorio.
Javier Couto Granja nos explica así la vivienda:
“Unha parcela protagonizada polas vistas, e marcada por un acceso dende unha cota superior, precisa dun posicionamento que permita aproveitar o soleamento e conceda privacidade á vivenda, sen renunciar ás magníficas vistas.
A vivenda resolve o programa principal nunha única planta, que se apoia nun plinto de pedra que resolve o desnivel do terreo creando un acceso ao garaxe e á vez un xardín que goce de sol durante todo o día e se vincule aos espazos de vida da vivenda.
A volumetría resólvese mediante un xogo de cubertas que, nas súas crebas, ademais de integrar a vivenda na paisaxe, acolle un espazo de xogos e saída a unha solaina superior, e forza ademais a consecución dunha pendente axeitada para a futura instalación de paneis solares fotovoltaicos de apoio á enerxía da vivenda.
Interiormente, a escaleira de comunicación entre os tres niveis serve de separación entre as zonas de noite e día. O salón comedor e a cociña sitúanse ao oeste, vinculados ás vistas, e con acceso directo ao xardín a través do porche que serve de remate da cuberta á vez que concede privacidade ao interior. Os dormitorios e áreas de servizo organízanse arredor dun distribuidor que, na súa dimensión, servirá como zona de xogos, estudio, e filtro previo aos mesmos.”
Una vivienda no solamente destaca por su tamaño, la nobleza o precio de sus materiales, o una ubicación privilegiada; una vivienda se convierte en Arquitectura cuando de la lectura del proyectista nacen sensibilidades más allá de la simple resolución de un programa con una serie de materiales. Una vivienda que nace desde la reflexión del lugar, el acercamiento entre el programa y la forma, la relación con el entorno y una cuidada lectura de las sensibilidades de los futuros usuarios.
Es observar, escuchar, saber leer el entorno y poner cariño. Y eso, a veces, sí que se nota.