Paganos y religiosos de todos los colores y creencias llevan milenios disputándose el derecho a hacer suyo el solsticio de verano. A través del fuego purificador comenzaba la estación más vital del año.
Hoy no nos complicamos con la posición de los astros, y el verano comienza cuando suena el primer riff de guitarra del primer festival musical para el que tenemos el abono de tres días.
Purificamos nuestros cuerpos y almas bebiendo cerveza morna en katxis de litro, servidas apresuradamente por camarerxs entre ruido, risas y distracción. Mientras en el recinto del festi, entre músicos y público, se mezclan más identidades que el número de chupitos que eres capaz de beber.
Los colores jamaicanos se mezclan con estilosos mods que bailan entre crestas de colores y Martens, moviendo flequillos emo y rastas que repondrán fuerzas con una ración de pizza italiana o comida turca de las food trucks. Hasta la diferencia de género se supera compartiendo improvisados baños, dejando atrás normas sociales pasadas de moda.
La música nos demuestra que somos capaces de compartir espacios libre y pacíficamente. Por eso cuando de nuevo los antiguos paganos y religiosos nos digan que los astros marcan el final del verano, no te dejas engañar y aunque haya menos horas de luz al día, continúa bailando, con las fronteras abiertas para no perderte todo lo bueno que el mestizaje nos puede dar.
Ah!, y recuerda que si no recoges tu katxi de plástico se te devolverá por las olas, mientras sufres tu resaca en las azules playas de Galicia.
Feliz verano. Felices Festivales.