El poder reside en el pueblo. La mercantilización de la política aleja al pueblo del poder.
De eso sabe bien nuestro alcalde, su gobierno y la ciudadanía viguesa en su conjunto. De manera rotunda los vigueses han aprobado las políticas de señor Alcalde, su persona o al personaje que ha creado; o todo a la vez; ya no lo sé, hasta el punto de que hoy la oposición en conjunto puede acudir a los plenos en un solo taxi.
El eslogan de su campaña, “Si, Somos Vigo” lo deja claro, el alcalde y sus votantes son Vigo. Un Vigo con las cuentas saneadas. Un Vigo que con las cuentas saneadas usa el dinero público para asfaltar calles y reparar aceras, pero solo dentro del perímetro del conocido km de oro, y hasta la puerta del Corte Inglés, con sus escaleras mecánicas para evitar la evaporación corporal, incompatible con el shopping.
Un Vigo que después de 12 años presumiendo de que hay más dinero en sus cuentas que Reserva Federal, sigue permitiendo que gente sin hogar viva acampada delante de su Concello más de dos años. Consintiendo con el colapso de los servicios públicos y la deficiencia en vivienda pública de protección social. Un Vigo que se niega a abrir otro albergue público o facilitar casas de acogida suficientes para mujeres maltratadas.
Un Vigo que solo se preocupa de las políticas sociales cuando lo empujan los titulares de prensa, pero que atrae a esa misma prensa cuando se trata de iluminar el cielo para mejorar las ventas de grandes multinacionales, por ser las únicas que pueden permitirse pagar el alquiler de los bajos comerciales situados donde brillarán 9.000 millones de estrechas artificiales incompatibles con el comercio local.
El señor alcalde es víctima del cambio climático, haciendo llegar la Navidad ya en septiembre, preocupándose más por rivalizar con el señor alcalde de Nueva York que por atender al presidente de la plataforma Acampada contra la Pobreza, un ciudadano vigués que lleva dos años durmiendo en una tienda de campaña enfrente de las oficinas del Sr. Alcalde. Un ciudadanos vigués al que le cuesta dormir cada noche por el destello de las miles de monedas destinadas a pagar los 9.000 millones de luces led que con su brillo impiden ver a quienes no queremos ver.
Espero que cuando el Señor Alcalde reciba la llamada del regidor de Nueva York para venir a ver las luces de Navidad también sea atendida por la Concejala de Bienestar Social, como he hecho con Juan Miguel Carollo, a quién lleva más de dos años evitando.
Espero que, si vence esa batalla que de manera unilateral parece estar librando, invite al alcalde neoyorquino a dormir en la acampada con la que se cruza cada mañana, ubicación que tanto nuestro alcalde como sus votantes parecen considerar dignas para los vigueses. Sí, quienes duermen en la calle también son Vigo.