Rehabilitación del antiguo hospital Espíritu Santo para Biblioteca Municipal y Archivo Histórico de Baiona
Concurso 1er premio 2010; Construcción marzo 2016 – diciembre 2017
Arquitectos: Murado y Elvira Arquitectos (Juan Elvira y Clara Murado)
Dirección de obra: Óscar López Alba, Juan Elvira y Clara Murado (arquitectos), Manuel Cuquejo (arquitecto técnico)
Inaugurados los trabajos de rehabilitación hace escasos meses, la biblioteca municipal de Baiona se erige como uno de los nuevos elementos indispensables en una visita a la villa marinera, de tal modo que, sorprendidos por la nueva imagen del edificio, hemos decidido hablar con los autores del proyecto para que nos expliquen sus condicionantes.
La Biblioteca Municipal y Archivo Histórico de Baiona se ubica en el antiguo Hospital Sancti Spiritus, construido en el siglo XVI frente a la antigua Colegiata de Santa María. Se trata de un edificio de dos plantas incrustado en la pendiente del casco histórico, que cuenta con un jardín con una huerta y su correspondiente pozo, y un patio interior. Dentro del patio se encuentran dos escaleras de acceso a planta primera y dos tallas en piedra: un peregrino y una figura del Apóstol Santiago.
La intervención pretende organizar el nuevo programa de biblioteca y archivo de una manera clara y sencilla. Desde el punto de vista patrimonial, su ambición es recuperar el protagonismo perdido de los singulares espacios exteriores, patio y jardín, debido a las numerosas transformaciones sufridas a lo largo del tiempo.
En planta baja un gran zaguán atraviesa longitudinalmente el edificio y ordena todas las circulaciones de la biblioteca. Como una calle interior, comunica la entrada principal con el patio y el jardín. A un lado, un nuevo paramento pétreo acompaña el tránsito hasta la salida. Este grueso muro de sillares de granito acoge las ventanas existentes, los accesos a otras estancias y un nuevo nicho para sentarse, y reúne las diversas piezas arqueológicas halladas en el edificio original. Frente a él, un volumen de madera agrupa el programa de Archivo Municipal, los servicios y el ascensor.
La sala polivalente y la biblioteca infantil se abren directamente al patio y su actividad puede extenderse al exterior. Una serie de curvas de distintas aperturas definen el perímetro de la sala infantil para adaptarse a la fragmentada geometría original y conferirle una identidad propia. Este paramento curvo incorpora las estanterías y deja pequeños intersticios ocultos detrás de la doble piel de madera, como un guiñol o el guardarropa. La puerta de entrada desde el zaguán de acceso es una gruesa estantería pivotante, una puerta secreta que queda integrada con el resto de estanterías cuando está cerrada. Paredes y techos, también de madera, se perforan con unas aspas para resolver las tomas de ventilación. Los niños pueden sentarse en el suelo, terminado con un material textil, que se pliega sobre los paramentos verticales para formar pequeños planos inclinados sobre los que recostarse.
Algunas soluciones de planta baja anuncian el tratamiento de la biblioteca en la planta superior, como las perforaciones circulares de la puerta de acceso y del cerramiento lateral de la escalera o el tratamiento material y espacial de la sala infantil.
La organización de planta primera también evidencia que el patio central es el epicentro de la actuación.
Todo el espacio disponible se libera para la sala de lectura, que discurre sin interrupciones a su alrededor. Una doble envolvente de madera de arce delimita por completo esta sala y genera una banda funcional concéntrica de espacios instersticiales como cabinas de estudio individual, aseos, despachos y áreas de lectura informal. El suelo está resuelto con el mismo material que los paramentos verticales, así como la cubierta interior, que se triangula para adaptarse a las necesidades técnicas y dimensionales de la estructura y las instalaciones. El grosor de este poché se evidencia en los lucernarios de cubierta, grandes troncos de cono blancos, y en las salas perimetrales que, como los antiguos festejadores o los gabinetes de lectura religiosos, se adosan a la fachada del viejo edificio.
Las fachadas interiores se recortan, perforan e inscriben para conectar los espacios a uno y otro lado y para construir ámbitos con identidad propia. El espacio resultante, definido por una envolvente monomaterial, es gráfico y espacial. Su escala fluctúa con ambigüedad entre la condición afectiva y doméstica del mueble y el gran arca que acoge en su interior individuos y materiales heterogéneos.
El mobiliario exterior, fuente y luminarias, es de tubo de acero cromado. El mobiliario interior está resuelto con la misma madera de arce que el resto del edificio. Las mesas son los negativos de los huecos de la fachada interior de la sala de lectura. Combinando estos recortes se obtienen distintos tamaños y configuraciones de mesa. Las patas son grandes cartabones de madera que permiten retrasar los apoyos con respecto al perímetro y así despejar el espacio de asiento.
El jardín discurre a lo largo de un camino que conecta el vestíbulo de acceso, junto a la galería cubierta, con el acceso directo desde la calle Manuel Valverde. Este recorrido enlaza tres episodios consecutivos. En primer lugar la arboleda frutal y el huerto existentes, donde se recuperan sillares descartados de la obra original -encontrados durante los movimientos de tierra de la obra- para formar una alfombra pétrea junto al pozo y cuatro pequeños asientos bajo los árboles. A continuación, una fuente para beber, y finalmente un nuevo conjunto de abedules papiriformes que, como su nombre indica, producen una fina corteza que antiguamente era empleada como papiro para escribir. Junto a la nueva arboleda, dos grandes sarcófagos de piedra, también hallados en obra, permiten sentarse y observar el agua de lluvia acumulada en su interior.