El marketing emocional se ha impuesto. Buenos y malos lo usan para hacer llegar su mensaje.
Gracias a él todos conocimos al famoso orangután que se colaba en la habitación de una niña rompiéndolo todo como revancha por la destrucción de los bosques en los que vive a favor de la ganadería y agricultura intensiva. Los poderes capitalista británicos consiguieron que se prohibiera su emisión.
Desde Estocolmo, el tercer país con mejores condiciones de calidad de vida del planeta, Greta Thunberg presiona a los poderes políticos para tomar medidas contra el cambio climático. Entiende que la fabricación de carne, con el número de hectáreas que se necesitan de cultivos intensivos para alimentar al ganado, son unas de las principales causas de la huella de carbono.
Lucha también contra el uso del avión, aparejado al turismo, que también, podemos llamar intensivo en estos días. Opinión compartida por otros muchos que además culpan a esa industria de la pérdida de identidad de las comunidades indígenas.
Los viernes los jóvenes ya no van a clase para luchar por el futuro, pero solo aquellos jóvenes que viven en países en los que ir al colegio es una obligación legal. En los que no lo es, la lucha de los niños es para que se construyan puentes o carreteras que le permitan ir todos los días a clase sin correr peligro.
Desde uno de los países más seguros del mundo, garantizadas las necesidades de vivienda, alimentos, vestimenta, educación y los Derechos Humanos, es comprensible, incluso exigible, que se luche por cuestiones que van más allá de lo personal. Desde las favelas, es comprensible que se luche por un puesto de trabajo (ganadero, agricultor o camarero de un resort) que permita salir de la miseria y no acabar en las manos de las mafias de la droga o en las de trata de mujeres como único futuro posible.
La deforestación del Amazonas o de los bosques de Indonesia, el cultivo del aceite de palma o la industria del turismo, son los motores económicos de países históricamente empobrecidos.
Siguiendo esas mismas prácticas, en Europa el número de bosques intactos es inexistente, la revolución industrial y capitalista han extinguido a linces, lobos, osos y buitres. A cambio somos una de las primeras economías mundiales que cada año colapsamos aeropuertos en agosto hacia nuestro viaje exótico deseado.
El eurocentrismo egocéntrico nos ciega y la protección del planeta nos brinda un nuevo motivo para oponernos el cambio en el nuevo orden mundial que está ocurriendo de fondo al mejor las economías de esos países.
La pérdida de identidad de las comunidades indígenas no es consecuencia del turismo, sino de la ambición de todo ser humano de alcanzar una vida más cómoda, fácil y segura. Motor de la evolución humana. Por muy auténtica que sea la vida indígena, todo ser humano desea tener agua potable en casa sin tener que cargarla antes durante varios kilómetros.
Mantener intactas las poblaciones indígenas para fotografiarlas en agosto, las dehumaniza y convierte en una atracción de feria.
Comienza agosto, disfruten de sus vacaciones.