La Olímpica, A Coruña 2017
Arquitectura: OLAestudio; Óscar López Alba y Lucía Fernández Rodríguez
Fotógrafía: Ana Amado
Hace unos días he quedado con Santi. Hacía ya bastante tiempo que no teníamos noticias uno del otro. Desde que vivo en Vigo apenas tengo tiempo de quedar con nadie cuando me acerco por Coruña así que, por una vez que quedamos, me parecía interesante tomar algo en un local que no conociese de nada.
Nos acercamos a La Olímpica por recomendación de mi amigo. Es un local relativamente nuevo, con espacios amplios y diáfanos y muy adecuado para ir de tarde y con niños.
En principio nos acercamos con escepticismo, ya acostumbrados a nuevas apuestas excesivamentes ligadas a tendencias y modas que, en ciertas ocasiones, ya comienzan a causarme cierto cansancio. No es el caso de La Olímpica. Desde el acceso nos llamó la atención la excesiva apuesta formal de la decoración del local.
Una vez dentro, la temática deportiva vintage retrotrae hacia tiempos olímpicos del pasado lo que hace que desde un inicio nos preguntemos de dónde procede tal espíritu.
“Desde la propiedad se buscaba un espacio con una atmosfera claramente diferenciada dentro del paisaje urbano de la ciudad. Escapar de tendencias habituales reduciendo los costes al máximo.
El local inicial nos dio la respuesta. Un antiguo gimnasio con pistas de squash, suelos de madera, neones, tipografías de los 90 y colores primarios. Desde aquí la búsqueda nos llevó a las tipografías y diseños empleados en eventos deportivos de los 70, a Archigram y la música de Bowie.
Nuestro deseo: encontrar la forma de actualizar y construir el imaginario y referencias creativas de esos años. No construir un local copiando la arquitectura y maneras de hacer.
El local traduce a arquitectura dos elementos gráficos: la tipografía de los Juegos Olímpicos de Munich 72 y el cartel de Sara Morris de los Juegos Paralímpicos de Londres 2012.
Estos son los elementos principales que se construyen como líneas continuas de madera lacada y luz indirecta, alicatados de espacios deportivos y celosías geométricas. El oficio nos llevó al graderío insertado en la pista de squash y la admiración por Gordon Matta Clark a las aperturas y juegos de planos.
Todos los elementos nacen de estas premisas y poco a poco construyen el interior siempre bajo una clara paleta de colores cálida, natural y atemporal.
Así esta cafetería-bar define tres ambientes intencionadamente diferenciados: la zona exterior, la zona de bar con un uso cotidiano y la pista como lugar de eventos, juegos y actuaciones.
Sara Morris, Munich 72 y Gordon Matta Clark”.
Destaca la utilización de la luz artificial como herramienta de comunicación para el desarrollo del local mediante la continuidad formal que se genera entre las paredes y los techos mediante las geometrías que se generan al realizarse los cambios de plano, de manera que se pierde la noción de pared y techo para convertirse en enlaces continuos que favorecen una percepción continua de los paramentos. De tal manera, paredes y techos envuelven el espacio de estancia, como si una envolvente externa rodease la zona de estancia.
Cuestión aparte merece la zona de estancia en torno al graderío de la antigua pista, ahora convertido en zona protagonista del local, cuya geometría permite el uso como zona separada, tranquila, de estancia y, al mismo tiempo, como zona de mayor aforo para actuaciones, espectáculos y pequeñas interpretaciones, cuando el uso así lo requiere.
El resto del local se remata con elementos de una marcada imaginería pop ligada directamente a cuestiones relacionadas con el deporte. Véase a modo de ejemplo el pavimento grafiado como si de una pista de atletismo se tratase.
No se trata de hacer deporte, sino de tomarse algo, aunque a alguno le entren ganas, pues el local invita a ello.