Los aficionados del cómic tienen una cita ineludible a la que asistir antes del 30 de junio en la Sede Afundación de Vigo (Policarpo Sanz, 24-26). Y, los más puristas del arte y la pintura de todos los tiempos, también podrán pasarse y ver cómo sus cuadros favoritos se transforman en viñetas delirantes y anotadas. Una curiosa simbiosis entre el tercer y el noveno arte que no dejará a nadie indiferente.
Muestras de museos de todo el mundo llegan a Vigo de la mano de nombres internacionales y nacionales de la banda diseñada como Edmond Baudoin, Miguel Ángel Martín o Arthur Suydam. Y también de varios artistas como Jacobo Fernández Serrano, Reimundo Patiño o David Rubín; que nos permitirán acercarnos a un panorama del cómic en gallego moderno y enriquecedor.
En esta exposición, una invitación a los sentidos en toda regla, nos tropezaremos con las Meninas de Velázquez, morderemos la manzana de Magritte, entraremos en el mundo simbólico de Dalí, beberemos de la lata de sopa de Warhol, nos perderemos por los jardines del Bosco, conoceremos las mil y una caras de la Mona Lisa, volveremos a la oscuridad de Goya, al cubismo de Picasso y a algunas de esas cousas tristes que fan rir de Castelao. Y, antes de salir y volver al mundo terrenal, nos cegarán los dorados de un flamante beso de Klimt en versión cómic que desearemos tener colgado en el salón de nuestras casas.
Ante esta efervescencia de sensaciones, ante tantas caras y nombres conocidos, ante tanto ARTE en mayúsculas… Nos encontramos con que solo un ínfimo porcentaje de la muestra es de la autoría de mujeres. Pocas ilustradoras de cómic, que, ante la vorágine, hacen un intento tímido de sacar los colmillos. Y todavía menos pintoras homenajeadas, de entre las que nos encontramos a dos Marías: Maruxa Mallo, una, que es de la casa y no podría faltar; y María Blanchard, con sus retratos y bodegones. También, sin hacer mucho ruido pero con fuerza, chocamos con algunas de las ensoñaciones de Frida Khalo, que hace aparición sin hablar de Diego, ¡y eso nos gusta!
Concedernos un rato para disfrutar y dar un paseo por «A arte no cómic» es salir del ruido de la ciudad y meterse en el ruido de las batallas, en el surrealismo, en el Renacimiento, en los amores prohibidos y en los iconos pop. Tanta belleza y tanta historia, nos hace preguntarnos, una vez más, ¿cuándo dejarán de ser una mera anécdota el cómic y las mujeres vestidas dentro de un museo?