La alta cocina es un concepto no apto para todos los paladares. Para unos, una exquisitez, aunque se pase hambre. Para otros, un engaño cercano a la estafa. Cuando el horno se ha calentado con revanchismo reaccionario y conservador, no es momento para nuevas recetas. Siempre es mejor cenar una tibia libertad que arriesgarse con una receta novedosa que pueda acabar reciclada en las siete tazas del caldo de toda la vida.
A los abortistas de todo el globo les toca ropa vieja para cenar.
La mayoría de Estados que permiten el aborto libre lo hacen por medio de una ley de plazos. Más allá de cierta semana de gestación, el aborto o no está permitido o solo lo está en ciertos supuestos, que podemos resumir en grave riesgo para la salud del feto y la gestante.
Había que fijar una fecha para que el alma entrara en el feto y los provida permitieran regular el aborto, con un pequeño revuelo. Si la fe no es lo tuyo, entonces el plazo se justifica como aquel momento en la interrupción del embarazo puede llevarse a cabo con total seguridad para la gestante.
La maldita ciencia lo ha enturbiado todo. Nuevos métodos e intervenciones permiten interrumpir el embarazo sin riesgo para la gestante más allá de esas catorce semanas. Caso distinto es que tenga que hacerse por medio de ciertas intervenciones más o menos invasivas. Al mismo tiempo la ciencia permite sacar adelante a neonatos prematuros cada vez más tempranos.
Continuamos sin saber cuándo entra el alma en el feto. Por culpa de la ciencia, ahora tampoco sabemos cuándo este será viable una vez desprendido del seno materno. Así que los chefs del Tribunal Supremo americano continúan elaborando la misma receta escrita en 1787, plasmada en su Constitución, aborto prohibido con aromas de recorte de derechos y libertades.
En realidad, el alma y el plazo resultan irrelevantes.El aborto se ha convertido en un símbolo de la libertad de las mujeres y, a su vez, un estandarte a derribar por aquellos a los que tanta libertad produce prurito.
Tampoco importa el futuro de un infante que han obligado a nacer para iniciar un vía crucis por orfanatos y familias de acogida.
La libertad y el cuerpo de las mujeres será lo prioritario, obvio. Pero en la receta entran otros ingredientes, como la carga y responsabilidad que se le podrá, y deberá, exigir al progenitor macho, una vez vivo el fruto de sus gametos. Aunque éste este privado de voz y voto en cualquier momento de la cocción.
Los abortistas americanos no solo no consiguieron anular la ley de Misisipi que prohibía el aborto más allá de las quince semanas, sino que se han quedado sin la cobertura jurídica para poder abortar libremente hasta esas quince semanas.
Escoger el momento es el ingrediente más importante para que una revolución suba como un buen bizcocho. Si no cuentas con todos los ingredientes, no te metas en la cocina, de lo contrario solo sacarás hambre y muchos platos que fregar.